Cicatrización y erupciones cutáneas: la maravilla de la reparación de la piel

Moverse por la vida significa dejar que la frágil y a la vez robusta envoltura que es nuestra piel tenga que enfrentarse constantemente a los peligros de la vida cotidiana: un cuchillo que se resbala mientras cocinas, una caída en el patio, un accidente de bricolaje... Ante las lesiones pequeñas y también ante las grandes, la piel pone en marcha un mecanismo de precisión que es una de las propiedades más notables del tejido humano: la cicatrización.

La cicatrización es el proceso de reparación del tejido cutáneo en tres etapas:
• Una fase inflamatoria que dura de 2 a 7 días, durante los cuales la piel, que se ve roja y caliente, se defiende. Si la inflamación es demasiado intensa, serán necesarias intervenciones médicas.
• La fase de cicatrización profunda, durante la cual los tejidos dérmicos se regeneran formando brotes carnosos: proliferaciones ricas en vasos sanguíneos y células.
• Finalmente, al cabo de unas dos semanas, comienza una fase superficial denominada «remodelación epidérmica», en la que la epidermis se cierra en torno a los bordes de la herida. Esta fase puede durar hasta dos años desde el momento en que se forma la herida.

Además de las heridas que desencadenan este mecanismo de protección, existen otras formas recurrentes de agresión a las que se enfrenta la piel: las erupciones cutáneas, que pueden tener muchas causas, recurrencias, localizaciones y formas, y que pueden variar de un individuo a otro. Cuando se trata de la curación de cicatrices y erupciones cutáneas, hay muchas formas de ayudarle a la piel a repararse a sí misma. Si le das a tu piel algo de atención, cuidado y, sobre todo, tiempo, ella hará el resto.